"La Osidem está en expansión, como la sociedad", Diemecke
- Erick Alba
- 3 nov
- 6 Min. de lectura
Aunque el sinfonismo michoacano cruza por un buen período, irrupciones como la Inteligencia Artificial y la inmediatez en la cultura juvenil puede ser un peligro para este tipo de arte, aseguró el director orquestal mexicano.

En la opinión de Enrique Arturo Diemecke, actual director de la Orquesta Sinfónica de Michoacán (Osidem), el grado de desarrollo de una orquesta como ésta es directamente proporcional, incluso un símil, al que ostenta la ciudad en la que radica, y aunque la de Michoacán está “en expansión”, también existen peligros que llegaron con la modernidad, como la Inteligencia Artificial, la necesidad de inmediatez en las nuevas generaciones, y hasta “una tendencia mundial en que nos quiere llevar a robotizar a la gente, a que todos dependamos de la tecnología para todo”.
En entrevista con re-vista.com, el afamado director orquestal mexicano abordó distintos tópicos, desde el estado actual de la Osidem hasta la reacción del público michoacano al adoptarla como un reflejo de su propio desarrollo cultural comunitario, aunque con los peligros globalizantes señalados en el párrafo anterior.
“La orquesta está en un buen momento de proceso de renovación y eso es bueno porque los que están entrando son chicos que están muy bien preparados, tienen buenos maestros, entonces vienen con situaciones técnicas ya resueltas. Se puede trabajar y puede uno buscar las nuevas formas de tocar con una orquesta, que ellos a lo mejor no lo tienen como experiencia, y eso hace que haya mucho ánimo, que haya mucha vida”, explicó Diemecke.
Luego de hablar sobre el proceso de aceptación a que se someten los nuevos integrantes de la Osidem, en el que deben comprobar estudios especializados de nivel licenciatura, un currículum suficiente y un examen de oposición para obtener el puesto, el entrevistado se refirió al nivel que, en su concepto, tendría esta orquesta en un comparativo nacional:
“Como decíamos hace rato, hay muchos elementos nuevos, eso es positivo porque va uno a tener la posibilidad de crecer. No hay trabas de desarrollo porque todo el mundo está ansioso de seguir creciendo, los que ya están firmes en la orquesta de años (atrás) tienen su experiencia para ayudar a que estos jóvenes sigan desarrollándose, sigan creciendo, se incorporen a un estilo de orquesta, y creo que para mí eso es muy importante: que la Orquesta tenga un sonido, una unidad especial, y en eso estoy trabajando. Ya en el segundo año fue dedicarme un poco más a eso con los nuevos elementos, de indicarles a todos cómo estar más juntos, más precisos, cómo respirar a las maderas, a los vientos. Respirar juntos para que les dé una fuerza, una unidad y ayude a la interpretación”.
Juventud y calidad expresiva ¿son compatibles?

En algún punto de la extensa entrevista, y habiendo tocado ya ciertas tangencias entre filosofía y arte, Enrique Arturo Diemecke recordó el concepto de Goethe sobre la expresión del espíritu: un diálogo entre la esencia humana y la naturaleza que le sirve de contexto y en el que el arte es la herramienta idónea para expresar lo que el raciocinio es incapaz de nombrar, por lo que llegó la pregunta necesaria: “¿estos jóvenes están ya preparados para asimilar algo así y expresarlo a través de un instrumento musical?” –“Si no lo están, lo estarán”, aseguró.
“Antes (el sentimentalismo) estaba contenido, se ponían muchas restricciones a poder expresar tus sentimientos. Siempre era todo controlado, recatado y la culpabilidad era interna y la alegría era interna. Todo se quedaba ahí, (pero) el mundo ha cambiado bastante. Los chicos, sobre todo hoy en día, están muy apartados de lo que es el romanticismo, para ellos las cosas son más inmediatas, y así como tienen 20, 30, 40 likes y pierden un like y ya se quieren suicidar, entonces uno dice ‘no, la vida no es una cosita cibernética y de internet que se marca y se pierde tan sencillamente’. La música, sobre todo, es algo que se va desarrollando más y más.
“Para muchos, obviamente los jóvenes, la inmediatez es parte del desarrollo de sus vidas, entonces, debemos enseñarles un poquito, que comprendan que las cosas no son así de instantáneas y de rápidas, porque además lo que viene rápido, viene fácil, igual se va de fácil y de rápido. Las cosas de sustancia hay que saber cuáles son y hacerlas que las vivan y que tengan ese concepto de que la música tiene una forma de desarrollo que es expansivo”.
Sobre el último concepto, el de “expansivo”, el entrevistado profundizó en su utilización como herramienta expresiva dentro del lenguaje musical, tanto en el formato de la obra interpretada como en los alcances de la verbalidad individual en cada atrilista, añadiendo el término “explosivo” para subrayar el clímax de cada composición según el contexto en el que surge, y para lo cual es evidente que cada instrumentista requiere de una educación adecuada para interpretarlo.
El sinfonismo como reflejo de una ciudad
-Maestro, si tuviéramos que explicarle a alguien poco afecto a esto, a este mundo, ¿cómo podríamos explicarle la utilidad o la pertinencia de una orquesta sinfónica?
- Hay dos formas para explicárselo dependiendo de a qué nos estamos dirigiendo. La importancia de una orquesta sinfónica radica en qué estado de salud cultural está la ciudad. Una orquesta sinfónica que está creciendo, que está desarrollando, que llega a niveles extraordinarios, eso está marcando que en la ciudad se está desarrollando así la propia sociedad.

Y Continuó: “La gente está reaccionando a una manera de expresarse con mayor nobleza, con mayor pureza y con mayor disciplina. Porque eso es lo que tiene una orquesta, una disciplina. Es una manera de actuar, una manera de expresar y la música, dependiendo de sus estilos, va dando esas pequeñas diferencias del día a día. O sea, una orquesta sinfónica en una ciudad muestra en qué estado de cultura está la ciudad, en qué nivel de cultura está el Estado, en qué nivel cultural está el país. Y yo creo que no hay que perder ese enfoque.
“Puede decir uno, sí, hay tres, cuatro, cinco museos, son formidables y todo, pero en el museo los cuadros y lo que se ve en el museo, eso no le hablan a uno tan directamente como una orquesta que pueda dar sonido. La respuesta es inmediata: nosotros que damos lo que estamos tocando, como el aplauso y la recepción del que está escuchando”.
A eso agregó nuevas prácticas que está imponiendo la Osidem en cada una de sus presentaciones, al menos en el Teatro Ocampo de Morelia, como el de solicitar una aportación de recuperación y que hasta hace algunos años era impensable, pues Diemecke aseguró que “no cobramos entrada, tenemos donativo, son para gastos menores, pero también porque a veces la gente, cuando le pone un valor a una cosa la aprecia más”.
Para finalizar, el director mexicano se refirió a la incursión de las nuevas herramientas digitales dentro de la música sinfónica, y lo hizo al responder la pregunta sobre cómo visualiza al ensamble orquestal que ahora dirige en Michoacán dentro de 10 años:
“El desarrollo mundial nos está queriendo llevar a unas tendencias, o hay una tendencia mundial que nos quiere llevar a robotizar a la gente, a que todos dependamos de la tecnología para todo, y ese peligro está muy latente (…) la cosa es que el contacto humano se ha ido perdiendo, se va a ir perdiendo cada vez más.
“Y también ya se habla de músicos y de orquestas que están hechas por robots, y entonces eso es un peligro muy grande que estamos corriendo en la humanidad. El ser humano tiene una cosa mucho más hermosa que un robot: no necesita de ese tipo de energía (electricidad), necesita de diferentes tipos de energía, entre esas, el amor, cosa que un robot nunca le puede dar. La otra, la de crear independientemente algo, que tampoco lo va a tener un robot, y ese acercamiento familiar. Tener familia, los amigos, tener una comunicación de ayuda y soporte que te va a hacer seguir creciendo, desarrollándote”, Concluyó.










