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Bach in the Jungle, nueva instrumentación para obras clásicas como aporte del FMM

  • Foto del escritor: Erick Alba
    Erick Alba
  • 17 nov
  • 4 Min. de lectura

El Festival de Música de Morelia ofreció una de esas experimentaciones artísticas que se antojan necesarias para obtener un mayor acercamiento a los compositores históricos.


Instrumentistas de diversos países dieron vida al proyecto Bach in the Jungle, de Leticia Moreno.
Instrumentistas de diversos países dieron vida al proyecto Bach in the Jungle, de Leticia Moreno.


El Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez (FMM), ofreció una de esas experimentaciones artísticas que se antojan necesarias para obtener un mayor acercamiento a los compositores históricos del hemisferio occidental, a través del proyecto Bach in the Jungle, ideado por la violinista española Leticia Moreno, para obtener un resultado que si bien no se aparta mucho de los conceptos estéticos de cada época y región, sí logra introducir nuevas dotaciones instrumentales y con ello nuevas vías de desacralización hacia la obra musical del pasado.

 

Según las notas del propio FMM, en la propuesta de Moreno “Bach dialoga con Villa-Lobos, Piazzolla y un compositor anónimo del Archivo Musical de Chiquitos (Bolivia)” de la época virreinal, aunque como adelante se verá, en realidad es una copia del barroco europeo resguardado en esa región sudamericana.

 

Como primera obra, la Sonata para violín y clave obligado nº4 en do menor BWV 1017 de Johann Sebastian Bach, utilizó una instrumentación muy pocas veces vista, un violín acompañado de un bandeón, en manos del noruego Andreas Rokseth, quien desarrolló dos voces contrapuntísticas como base de la primera que fue entregada al violín, y haciéndolo además en la modalidad de Bajo Obligado, el que a diferencia del Bajo Continuo característico en el barroco, está completamente escrito por el compositor para asegurar una independencia discursiva en el acompañante, mientras que en el segundo, y que es mucho más común en la época, el bajo no se escribe completamente sino sólo sus grados armónicos, y da al instrumentista completa libertad para improvisar sobre ese cifrado.

 

En lo que respecta al primer movimiento de la Sonata, marcado en agógica de Largo, habíamos visto ya a Leticia Moreno manejar un vibrato que fluctúa entre lo austero y lo inexistente, en su presentación anterior con la Orquesta de Cámara Alemana de Berlín, y lo vuelve a hacer ahora con una buena amalgama en su acompañante tomando en cuenta que el bandoneón no cuenta con ese recurso, aunque tal vez podría pedirse, para mejorar el nivel acústico, que la dinámica entre cada instrumento (volumen) tuviera mayor contraste pues son demasiados similares y la voz principal, la del violín, se pierde debido a la cercanía de los dos micrófonos hacia el bandoneón.

 

Luego, el segundo movimiento marcado como Allegro, se desarrolla a través de un contrapunto imitativo por medio de tres voces y en las que el fraseo se muestra mucho más contraído, más apegado a lo que se considera hoy como la verbalización del barroco bachiano, con mayor utilización de stacattos en los dos instrumentos, y por eso mismo, con una mayor sensación de movimiento en comparación con lo que sucedió en su interpretación sobre Vivaldi acompañada de la camerata berlinesa.

 


Leticia Moreno, violinista española autora del proyecto Bach in the Jungle.
Leticia Moreno, violinista española autora del proyecto Bach in the Jungle.

La segunda obra del programa causó confusión, al menos en quien esto escribe, pues se anunció la Bachiana Brasilera No. 5 W. 389, del brasileño Heitor Villa-Lobos (1887-1959), aunque en realidad Leticia Moreno recurrió a la tercera obra de la lista, la Sonata Chiquitana No. 4 sin dar aviso al público ni a los operadores del Sistema Michoacano de Radio y Televisión, quienes en la confusión, pusieron los subtítulos equivocados durante la transmisión en vivo.

 

La Chiquitana No. 4 es en sí una de las 18 obras anónimas encontradas hace unas décadas en archivos virreinales de la región boliviana de la Chiquitanía, conformada por poblados fundados por órdenes monacales como San José de Chiquitos, Santiago de Chiquitos, San Xavier, Concepción, San Ignacio de Velasco, Santa Ana de Velasco y San Rafael, entre otros. Las obras fueron publicadas en cinco tomos y junto a ellas se encontraron también copias de obras bien atribuidas a Bach, Vivaldi, Händel, Scarlatti e incluso existen copias de Sonatas en trío cuyo principal exponente fue el barroco italiano Arcangelo Corelli.

 

La estructura de la Chiquitana presentada en Morelia basa su primer movimiento en el principio A-B-A, desarrollado por el austriaco Franz Joseph Haydn, lo que es coincidente con su desarrollo temático y armónico en esa época de pleno clasicismo, por lo que es factible cronometrarla en el siglo XVIII europeo, mientras que en Morelia se recurrió a la variante instrumental de utilizar un piano a manera de Bajo Continuo, violín y bandoneón a una sola voz como solistas, y un contrabajo en el papel de apoyo armónico.

 

Nos referiremos por último, y ahora sí, a la Bachiana brasileira No. 5, W. 389 de Heitor Villa-Lobos, y que forma parte de una serie de ocho obras escritas entre 1930 y 1945. La que nos ocupa ahora fue escrita en 1938, originalmente para soprano y ocho violonchelos, aunque en la presentación en Morelia se utilizó la misma dotación que en la obra boliviana.

 

La Bachiana inicia con un profundo lirismo en modo menor entregado a la soprano, en este caso al violín, y que por ser de un estilo mucho más contemporáneo que las obras anteriores, permite que Leticia Moreno utilice un vibrato mucho más extenso para acercarse a nuestro propio concepto de expresividad musical, el cual varió bastante con el paso de los siglos y que ahora incluye legattos ostentosos, lo que el bandoneonista noruego explotó bastante bien cuando le tocó turno de poseer la voz principal.

 

El mismo movimiento, que en realidad es un Aria, contiene una interesante ruptura en la parte B del discurso, pues recurre a la reexposición del contratema de la parte A pero en un tutti fortíssimo a manera de contraste, y que en sí mismo formula una nueva diferencia al regresar a la parte A para concluir el Aria del primer movimiento.

 

En el programa todavía estaban marcadas las Cuatro Estaciones Porteñas de Astor Piazzola, algo que sería demasiado largo de describir aquí por la cantidad de detalles interpretativos que agregaron los ejecutantes pero que engrandecieron la obra al ofrecer esta nueva dotación instrumental, que como se dijo, es atractiva y poco utilizada, lo que hizo de este concierto un éxito rotundo para el FMM.

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