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Diemecke-Osorio, una dupla histórica

  • Foto del escritor: Erick Alba
    Erick Alba
  • 21 may
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 20 oct

La presentación para orquesta y piano con el ciclo de Beethoven, de lo mejor del año en Morelia.


Enrique Arturo Diemecke, director de la OSIDEM.

La presentación en Morelia de la dupla musical mexicana conformada por el director orquestal Enrique Arturo Diemecke y el pianista Jorge Federico Osorio, es uno de esos casos en que el talento artístico nacional estrecha lazos para alcanzar resultados estéticos que rayan en lo histórico, y lo mejor de todo, lo hace dentro del territorio mexicano y frente a un público deseoso, consciente y satisfecho frente al fenómeno que observa.

El Teatro Ocampo, en Morelia, fue el escenario del primero de los dos conciertos con que la Orquesta Sinfónica de Michoacán ofrece también un programa de antología: los cinco conciertos para piano escritos por el genio alemán Ludwig van Beethoven, que inició con la exhibición de los primero tres, el pasado miércoles, y concluirá con los dos restantes este viernes 23 de mayo.

En la interpretación de Diemecke-Osorio sobre el Concierto para Piano número 1 en Do Mayor, Opus 15, el dueño de la batuta empieza a formular lo que será soy muy personal sistema de contrastes dinámicos en el volumen de la orquesta: sobriedad y delicadeza en el sonido apoyado todo en una textura sonora que muestra a una orquesta madura y bastante segura en la relación que tiene entre las secciones.

Por su parte, Jorge Federico Osorio aprovecha ese contexto orquestal para mostrarse categórico en su discurso. La fuerza de su sonido es más alta, como corresponde a un instrumento solista, aunque en esa dinámica superior fabrica también su propio sistema de reposo auditivo y que después será punto referencial al adentrarse en los pasajes climáticos del Fortísimo.

Así, el pianista encuentra las primeras disonancias marcadas en la partitura, en una agógica señalada como Allegro con Brio, pero en vez de explotarlas como accidentes melódicos, las observa como acentuaciones discursivas que a su vez enlazará después con los constantes staccatos que definen ese sentido emocional de tintes pueriles que Beethoven impregnó en el papel, y que hace recordar la influencia todavía profunda que Mozart aportaba a su obra pues la partitura fue escrita cuando el autor rondaba sus años 20´s.

En efecto, lo recorridos cromáticos sobre el teclado y la resolución melódica de sus frases recuerdan en mucho al genio austriaco, mientras que la soltura en el manejo de la estructura es enseñanza directa de Haydn sobre el autor. Si acaso, aunque con mucha evidencia, la pesada personalidad beethoveniana se verifica en la pericia armónica y en los cierres orquestales altamente definitorios, y que Diemecke logró concentrar en estruendos largamente madurados y que son resultados evolutivos de aquella delicadez inicial, junto a una orquesta aparentemente pequeña, casi una camerata, pero que son indicaciones directas del autor sobre la dotación a utilizar.

Otro momento relevante en la presentación de Diemecke-Osorio se encuentra en el primer movimiento del Concierto para Piano número 2 en Si Bemol Mayor, Opus 19, y que se refiere a los recursos verbales del pianista sobre el teclado: Jorge Federico Osorio utiliza la doble exposición del tema principal, primero en la orquesta y después en sus manos, para colocar a ese mismo tema principal en un espacio distinto al habitual, pues ya no se encuentra en la parte aguda del piano, sino en la mano izquierda, lo que obliga a la extremidad siniestra a disociar su dinámica (volumen) con respecto de la diestra y a asumir un rol cantábile pero sin abandonar el sentido homofónico de la obra, es decir, sin convertir al pasaje en un recurso contrapuntístico.

Un dato interesante en lo histórico pero que influye en lo estético, es que el Concierto número 2 en realidad se escribió alrededor de 10 años antes que el Concierto número 1, y se le otorgó el segundo puesto cronológico debido a que Beethoven hizo correcciones que retrasaron su publicación, de ahí que el parecido temático que se basa en lo pueril de lo mozartiano siga vigente en ambas obras.

 

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